jueves, 23 de diciembre de 2010

INVITADOS SI, INVASORES NO

No hace mucho, pasando por delante de un “kebab”me apeteció entrar a comer un bocadillo, cuando lo pedí, con una cerveza, se me informó que estaba en un local musulmán y que no servían alcohol; nada tuve que objetar, el mencionado local, si bien dirigido por musulmanes, estaba enfocado hacia el público español, por lo cual, aunque pensé que se trataba de una imposición de sus reglas religiosas hacia nosotros, al estar en un país libre, y querer beber una cerveza con mi bocadillo, me bastó con marcharme a otro sitio cercano donde podía  beber lo que quería.

 Estos días, ha tenido amplia difusión la noticia de la denuncia interpuesta por los padres de un adolescente, creo que marroquí, por el hecho de que su profesor de geografía explico las ventajas del frió de Trevelez para la curación de un buen jamón  http://www.elmundo.es/elmundo/2010/12/20/andalucia/1292836108.html.

La verdad es que todos conocemos montones de casos sobre el tema de los musulmanes y la carne de cerdo, y las tratamos normalmente como simples anécdotas, pero no lo son, bien está que respetemos la cultura y la religión de nuestros inmigrantes y que los tratemos como a nuestros invitados aunque un gran porcentaje de ellos lleguen sin invitación alguna, con respeto por sus costumbres y sus religiones, pero a cambio, ellos deben comportarse como dignos invitados. Cuando te invitan a comer a una casa y los anfitriones te ofrecen todo lo que tienen, resulta de muy mala educación, quejarse por la tardanza en servir la mesa o de la forma en que está cocinado el pollo y mucho menos exigir que se alteren las costumbres de la casa.

El problema es si algunos emigrantes, que no todos, creen que no son invitados, sino que están aquí en virtud de algún derecho, en cuyo caso, nuestro Gobierno debería encargarse de dejar bien claro, mediante legislación si fuera preciso, que somos un país soberano con unas costumbres ancestrales y que gozamos de unos derechos por la conquista de los cuales, murió mucha gente a lo largo de nuestra historia, que les corresponde a ellos adaptarse a nuestras costumbres y nuestro estilo de vida, que nosotros respetamos las de nuestros invitados, pero que jamás aceptaremos que nos las impongan, porque si así fuere, dejarían de ser invitados para convertirse en invasores.

Desgraciadamente, en estos últimos años, no solo estamos perdiendo nuestro prestigio internacional, y nuestra unidad como Estado, sino que incluso empieza a flaquear nuestra propia identidad.

No es broma

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